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Opiniones Sanar

Yagé de mi corazón, dame luz y sanación 💮

Son nuestras cicatrices una memoria visible de nuestra capacidad de sanación y resiliencia. Lo que hemos crecido se ve reflejado en nuestra piel, en nuestra mirada y en el caminar que damos. Ya no hay vuelta atrás, una vez que hemos elegido el camino de nuestro desarrollo personal ya no podemos soltar palabras por impulso, todo se medita antes, porque sabemos que hay poder en lo que decimos y, por supuesto, hay poder en nuestras acciones. Porque ambas cosas están encaminadas para crear. Creamos nuestra realidad según queremos vivir.

Y es nuestra voluntad la que nos lleva al lugar que deseamos. Porque aun teniendo un largo camino de obstáculos, focalizamos lo que queremos y vamos proveyéndonos de herramientas para lograrlo. Nada es fácil, al menos no lo que vale la pena, y para saber qué es eso tenemos que escucharnos detenidamente, dejando a un lado el ruido del mundo. ¿Qué te da sentido? ¿Que estás haciendo para crecer y dejar tus carencias, dolores, enfermedades, traumas a un lado?

Yo deseo salud para mí y para las personas que amo: mi familia, mi pareja, la familia de mi pareja, mis amigas y amigos. Pero no todos quieren realmente su sanación, porque le dan la responsabilidad a un fármaco, o a una situación, y la verdad es que la medicina que elegimos es lo fundamental.

Hay una planta cuyo poder curativo existe y dios (el dios en el que usted crea) nos la ha dado para que veamos el origen de nuestros males, porque el cuerpo escucha a la mente y si ésta está contaminada y no trabajada es fácil que quiera intoxicar a nuestro sagrado y bendito cuerpo. Esta planta se llama yagé o ayahuasca, es la liana de la selva del Amazonas la que trae respuestas y alivio a quienes quieran con el corazón cambiar y sanar de raíz lo que hay en su interior. No te aliviará el dolor de espalda o de estómago que tienes al momento, no es instantánea, pero te dirá por qué siempre te ha dolido, de dónde viene ese sufrimiento que exteriorizas en determinado lugar. Y si tu dolor no es físico, entonces te dirá, de la manera más suave y hermosa, por qué hay tanto miedo en ti, por qué te generas tristeza. La ayahuasca te da tarea, trabajo que llevas a casa para ir sanando y solucionando lo que te tiene mal.

Fue el 11 de abril del año en curso en que decidí tomar otra vía para sanarme, porque creo que a mi 25 años estar tomando pastillas casi todos los días para la gripe, para el estómago y para poder dormir no está siendo la respuesta ni la solución a nada.

Era de noche y nos cubría un cielo estrellado, se escuchaba el sonido del viento que bailaba suave con los muchos árboles que hicieron nuestra casa en ese momento. Me sentí protegida por la naturaleza. No había lugar para nada malo en ese lugar, tomé dos cucharadas de medicina. La primera me hizo vomitar, vomité sin ningún esfuerzo e inmediatamente mi cuerpo se sintió más ligero, pero la purga apenas comenzaba. Estaba en mi sleeping y comencé a sentir a mi cuerpo como una pluma, liviano y sin carga de nada.  A la hora y media hice la segunda toma. Y ahí empezó lo realmente desafiante: enfrentarme a mí.  

Empecé a escuchar con más claridad que nunca a mi voz interior, mi conciencia, se presentó incluso, me dijo: soy tú pero soy la parte que te quiere bien.  Y esta voz me hacía preguntas y al instante me daba las respuestas, de una manera donde el juicio a mí misma y la culpa no cabían. Pero estaba otra voz que me quería asustar y hacer sentir mal, y cuando me quería dar algo negativo, escuchaba esa voz como si no fuera mía, venía de un lugar que yo no quería, y la primera voz me decía como yo no era realmente nada malo y como no tenía que creerme de esa segunda atormentada y lejana voz. Quizá esto se escucha algo confuso o raro pero era una lucha de dos yo, y elegí sabiamente quedarme con la voz que me trata bien, y de esta manera mi viaje estuvo lleno de amor y respeto a mí. Ya no escuché aquella otra voz y me atrevo a decir que la exterminé aunque sea un poco, porque la identifico ahora como algo ajeno a mí. Fue hacer las paces conmigo para ya no ser mi enemiga. Estar en mi cabeza debe ser, necesariamente, algo chido y tranquilizador. Soy yo la que me proveo de amor abundante, ánimo, salud y compresión, todo lo mejor me lo tengo que dar yo.

Después de decidir que quiero ser mi amiga y dejar de autosabotearme vinieron otras cosas: escuché ahora como palpitaba mi cuerpo, se comunicaba conmigo y yo le pedí perdón. A mi panza tan descuidada siempre, a mi piel lastimada. Perdón por hacerme daño, me dije, y me agradecí tanto de tener un cuerpo hermoso. Me prometí darme ahora solo lo mejor. Ya no darle a mi panza cosas que no pueda procesar, porque si no puedo generarme lo mejor a mí misma, no puedo darle a otros nada. Y a mí me gusta compartir. Siempre he sido amorosa, pero en ese momento entendí que no podía cuidar ni querer al otro si no empezaba por mí. Que lo único que puedo controlar es lo que sucede de la piel para dentro, y en realidad es lo que más debe importar. Todo lo de allá fuera, todo lo que no es este cuerpo o esta mente, no puedo controlarlo y no debo controlarlo, entender eso es quitar preocupaciones ajenas y cargas que no me corresponden. Porque cada persona sabe, o debería saber, que somos responsables solo de nosotros, pero el saberlo no hace que lo pongamos en práctica, no nos ayudamos, no nos queremos felices pareciera ser. 

Me lloré, me perdoné por todas esas cosas malas que me he hecho y  situaciones dolorosas a las que me he expuesto y todo lo hice con amor y paciencia.

Perdoné a quienes me han herido, porque mi presente ya no se verá afectado por el pasado. También le lloré a mis muertos. Lloré por mi papá, a quien no tuve la oportunidad de conocer, nunca había llorado por él y fue un sentimiento liberador, entonces empecé a llorar también por mis abuelas, las mujeres más hermosas y fuertes, y claramente sentí que estaban conmigo, que me veían y me decían que me estaban cuidando y que nunca se habían ido, fue una sensación de quietud y seguridad. Me sentí bendecida. Lloré por mi mamá también, porque me di cuenta de lo mucho que la amo y lo chingona que es, por haber dado toooda su vida para que sus hijos tuvieran una escuela, una casa, comida, y dejé de juzgarla, porque bien o mal ella dio todo como supo y como pudo. Entendí su dolor y la abrumación que debió ser enfrentarse al mundo sola con 5 hijos por cuidar. Perdoné sus errores y le pedí perdón por los míos. Pensé en mi hermana hermosa y en mis hermanos; en lo mucho que quiero que sean felices, que se perdonen y que saquen de su vida todo aquello que les dañe. Me sentí tan afortunada de tenerlos.

Después de esto, sentí fuerza porque ví que las mujeres de las que vengo han sido todas valientes y pudieron con situaciones extremadamente fuertes y difíciles. Decidí que era momento ya de honrarlas. En su nombre ser mejor e igual de valiente que ellas. No tumbarme yo misma, y si me quieren tumbar, estar firme porque nada me puede dañar. Sentí el poder de mis mujeres y dejé de sentirme sola y confundida. En eso, vino más vómito, pero esta vez era un líquido que venía de los más profundo de mí, era algo que me estaba dañando lo que expulsé. Después de eso sentí el cuerpo lleno de bienestar.

La música me envolvía también, y era un saludo amable que creaba dibujos de peces; el agua me acompañó mucho, me sentí agua, fuerte y suave a la vez, fluyendo y dejándose llevar, también había figuras circulares que se hacían grandes y pequeñas constantemente cuando cerraba los ojos, y cuando los abría había muchas luces en todo, en tooooodo, no había algo que no tuviera vida a mi alrededor. Sentí que nadaba en un río de agua dulce, donde no había nada malo, todo se sentía rico, hermoso, tan suave y a mi ritmo, porque a la vez yo era ese río, yo era la fuente de todas esas sensaciones mágicas.

Pensé en mi novio y en como el amor es algo tan bonito, en cómo debe ser bonito necesariamente porque sino no no estás amando. Y le pedí perdón por traer siempre su pasado, por no respetar sus relaciones, por querer moldearlo a mi forma de amar. Y entendí que a pesar de estar tan unidos, somos seres individuales y mientras no haya paz en uno mismo no se puede estar bien en pareja. Repudié mi dependencia, porque no hay algo más bonito que la libertad de estar con alguien por pura voluntad y decisión, sin condiciones, sin chantajes. Soy la creadora de mi mundo y no quiero tener un amor que presiona, que reprime, que hace sentir mal, porque debe ser un compañerismo, una amistad. Y así entendí, como nunca antes, que yo doy lo que quiero recibir, por eso la importancia de siempre dar lo mejor, lo más puro y honesto que sea posible.

Los celos y esos sentimientos de posesión me parecieron de lo más primitivo, como si aún estuviéramos en tiempos de cavernicolas marcando nuestro territorio. Me di pena de ser así, porque me parece que el amor es lo más elevado y algo así de grande no cabe en una mano, debe ser compartido y no limitado, porque el amor va más allá del tiempo y del espacio, se expande en todos los sentidos, no es lineal, no puedes decir que es tuyo. Vi a la masa de personas que estaban dominadas por lo que las redes, la TV y el sistema les ha dicho y me sentí fuera de eso. Dónde normalizar lo tóxico, la enfermedad, la competencia, la rivalidad, la violencia y el dolor es parte ya de la vida. Como un acuerdo donde todos involuntariamente asentimos. Y no quise ser eso más. Porque creo que la evolución que quiero en mi vida no puede verse detenida por esas pequeñeces.

Pensé en las personas que admiro, que fueron muchos amigos y amigas, en lo mucho que aprendo de ellxs y en lo fácil que se desenvuelven por el mundo porque saben que estamos de paso y que hacemos de nuestra vida lo que decidimos. Le pedí perdón también a todas las mujeres a las que les había deseado algo malo, porque todas hemos pasado por pruebas similares, compartimos la represión y los complejos que estándares del patriarcado nos han dicho que somos. Agradecí tanto estar viva y tener lo que tengo. Fueron varias horas hasta el amanecer en que el efecto de claridad, compresión, amor, gratitud y mil cosas mágicas más estuvieron conmigo, todo fue como un sueño surrealista lleno de colores suaves, donde los árboles, el cielo y el fuego claramente tenían vida, incluso rostros, y sentía la fuerza que tenían, conecté con esa fuerza y fui todo yo también, me sentí parte de. 

Al amanecer los pájaros se escuchaban en un lenguaje más claro y el sol iluminaba todo de una manera escándalosa. Respiré y sonreí. Todo fue perfecto. No hubo nada que faltara. Qué bonito sueño, qué bonito despertar 💮💞